He sido una mujer con cáncer terminal, desahuciada y dejada morir. He muerto y he vuelto a la vida. La realidad vivida durante esos meses supera infinitamente la realidad que nos rodea. No puedo detallar más.
Nada me ataba a la vida entonces y nada me ata ahora. Precisamente porque nada me ata a la vida ahora, me siento libre para vivir plenamente el momento presente. La libertad surge cuando superamos nuestros apegos. Un elemento central en mi curación fue y sigue siendo la “Medicina del Cielo”, que para mí es el origen del poder curativo, presente en todos nosotros.
No siempre es necesario decir algo, sino más bien hacer que la persona se sienta querida y comprendida. Cuando nuestro corazón está abierto, ocurre lo inesperado, nace una nueva esperanza para poder seguir, sea como sea nuestro camino.
Tengo muy claro que hemos de soltar equipaje. En mi caso tuve que perderlo todo para ganarlo todo. Vayas donde vayas en la vida, busca siempre la forma de aligerar tu mochila vital, de forma que estés siempre dispuesto a marchar.
El prestigio de una actividad profesional poco vale, si no somos capaces de mantener nuestro espíritu autentico y ser fieles a nosotros mismo.
Mi vida hoy es más liviana, ligera de equipaje, llena de gratitud por conocer que todos somos cuidados con amor.
Mis mayores éxitos me han hecho más humilde, mi mayor felicidad es poder ayudar desde el silencio.
Creo que, si he de quedarme con algún mensaje importante que compartir, podría decir que en mi primera vida corrí mucho y eso me llevo a morir. En mi segunda vida vi que continuamente doy y que continuamente recibo, pero nada permanece en mis manos.
Así pues, recuerdo a todos que seamos viajeros sin equipaje, seamos nómadas.